¿Vale la pena un máster en creación poética? Reflexiones tras dos años de viaje
‘Se tarda un poco en aprender a hablar el largo idioma de las rocas’
Ursula K. Le Guin
Hace un mes que cerramos el Máster de Creación Poética de Fuentetaja y La Piscifactoría con un recital en Ámbito Cultural, en Madrid. Allí presenté mi poema expandido “Lilac Wine” y todavía me estremece recordar este acontecimiento: la vibración del lenguaje, la complicidad con mis compañeros y el público en la sala.
Fue un broche impagable a dos años de viaje completísimo por el territorio del hecho poético —un territorio vivo donde caben la emoción y la razón, la intimidad y lo político, la música y el silencio.












¿Para qué sirve un máster en poesía?
Para encontrarte con seres polifónicos y libros mitológicos que te sacuden la mirada.
Para descubrir perlas de asombro, de verdad, de duende y de abrigo, que expandirán tu disfrute de la poesía como emisor y como receptor.
Para afilar la autocrítica —como nos contaba Amalia Bautista "no puedes ser un ogro con los poemas de los demás y el hada madrina con los tuyos".
Para ampliar tu caja de herramientas y tus conocimientos sobre qué es poesía: no se trata solo de “escribir versos bonitos ni de dominar la métrica”, sino de pensar de otro modo, de resonar en otro eligiendo con precisión qué repetir y cómo extrañar, de templar la emoción y redescubrirla transformada. De revelar algo que va más allá de tus palabras.
Para asentar una voz diferenciada y propia.
Y para aterrizar un poemario.
También os diré que no ha sido fácil. Compaginar el máster y el trabajo, sobre todo en el segundo año (el práctico) del máster, me ha costado mucho, incluso contando con apoyo doméstico y una disciplina espartana, herencia de mi formación musical. He pasado por bloqueos, noches en vela y momentos en que me flaqueaban las fuerzas. Pero no he estado sola: he tenido una tribu dentro y fuera del máster, con la que nos hemos ayudado a sostener el vértigo de estos procesos; los alumnos hemos tenido profesores y autores de primer nivel de España y Latinoamérica; y Gonzalo Escarpa ha sido el tutor y capitán de este máster.
¿Por qué decidí complicarme así la vida? El binomio esencial, la forma y el fondo.
Por mi trayectoria me muevo entre las ciencias y las letras, la música y la tecnología. Desde siempre me han fascinado el sonido y el silencio, la musicalidad de la palabra, el poder del signo escrito y su capacidad para modelar el pensamiento.
Además, creo que para que un talento florezca y fructifique hay que estudiar y practicar mucho, con buenos maestros y con personas afines que quieran disfrutar y tomárselo tan en serio como tú. Me pasó con el piano, con el inglés, con teleco y los satélites, y me pasa ahora que me he zambullido en mi vocación poética.
Antes del máster había leído a bastantes poetas clásicos y contemporáneos, por placer, y también los había analizado y estudiado con propósitos autodidactas, o en asignaturas y clases maestras esporádicas. El Quilis me acompañaba desde BUP pese a haber hecho ciencias puras. Escribía y canturreaba protopoemas desde que tenía memoria, o eso recuerdo —la mayoría de estos intentos se movían entre lo terrible, lo tremebundo, lo cursiangustiado, lo bucólico o la denuncia exaltada. Lo que a día de hoy considero “mostrable” está guardado en plaquettes y cuadernos que quizá algún día vean la luz, por el momento una muestra de toda esa producción está solo aquí, en esta web.
De vez en cuando, alguno de esos protopoemas parecía un poema-poema y, por pura intuición, parecía que funcionaba mejor. Y cuanto más leía a otros autores, más afilaba mi intuición a la hora de detectar la calidad de lo que leía y escribía.
ITALO CALVINO
Este poema lo escribí para “Despertar en silencio” y lo revisé para “La flor de loto” un par de años antes de empezar el máster.
Pero me faltaba afianzar y pulir mi técnica: aún había manierismos, lagunas y vicios que solo con buenos maestros y un estudio organizado se pueden detectar y subsanar.
Por eso hice el máster.
Por eso respeto y disfruto tanto el “arteciencia de la poesía”, como me gusta decir —como emisora y como receptora.
El aprendizaje nunca acaba, pero ahora ya sé por qué es tan difícil que un poema funcione —y por qué es tan gratificante cuando se consigue. Y empleo ese verbo porque aquí aplica el mismo binomio que cuando decidimos lanzar un satélite al espacio: un poema funciona, o no funciona.
Las tres puertas
Que quede claro desde ya. Este máster no garantiza publicaciones, contratos ni premios. Tampoco los promete. Pero, si lo aprovechas, cruzarás tres puertas que muy pocos se atreven a abrir.
Con la primera puerta comprenderás el canon, su ruptura, la tradición y la vanguardia. Comprenderás que el poema no es un artefacto quieto, sino un territorio donde caben el mundo y su uróboros.
Al cruzar la segunda puerta, hallarás ese mundo. Tu propio territorio poético. Levantarás tu verdad, tu civilización, y serás uno más del bando de los que construyen. Con tutorías, lecturas, correcciones, desbloqueos y un método para escribir, completarás una obra propia. Y esto es de lo más valioso del máster: aterrizar el sueño, de verdad, con verdad y con oficio.
Cuando todo haya terminado, habrás llegado a la tercera puerta. Es casi imposible llegar sin un Stalker. El aire brillará raro. Desde aquí solo podrás seguir con autenticidad y perseverancia, pero ya no te dará miedo apostar por la prueba del tiempo, como nos decía Ben Clark, porque “tus poemas llegarán a quien tengan que llegar”.
Y ahora que todo ha terminado… todo vuelve a empezar
Como ya recordaba Lorca y nos confesó también Marta Sanz Pastor en una clase inolvidable, “no sabía nada de poesía cuando empecé y sé aún menos ahora”.
Quizá ese sea el verdadero aprendizaje: seguir haciéndonos preguntas, mantener el temblor, la curiosidad, la escucha.
Así que me despediré recordando el escalofrío y el presentimiento de hallazgo cuando me encendí por primera vez, allá en los ochenta, con este poema de Gloria Fuertes:
Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.
¿Qué te parece la idea de estudiar poesía en serio?
¿Crees que la poesía puede aprenderse, o solo nace?
Déjame un comentario aquí o en el reel.
‘El ser humano es un animal poético’
Juan Antonio González Iglesias
Bonus track
Dependiendo de cómo aproveches un viaje así, igual te pasa como a nosotros en nuestra promoción del máster y te encuentras reflexionando sobre: la invisibilidad de las autoras en el canon, las bases neuro-científicas tras la música y la poesía, la precariedad en el sector cultural, mística y sentido, otredad y profecía, instapoesía o dejar el placer de la reconstrucción al lector, por qué alguien elegiría nuestro libro entre tantísima oferta turbocapitalista de donde elegir, o qué sentido tiene practicar la poesía en un mercado dopado tecnológicamente con IA generativas e indetectables, y si pese a todo vale la pena publicar o presentarse a premios, porque para qué crear algo si todo es un gran palimpsesto…
Gracias a: nuestro capitán oh capitán Gonzalo, Ben Clark, Vicente Luis Mora, Amalia Bautista, Ana Rossetti, Hugo Mugica, Riki Blanco, Lara López, Bruno Galindo, Jorge Riechmann, Parreño, Vanesa Pérez-Sauquillo, Marta Sanz Pastor, Mariano Peyrou, José Manuel Lucía Megías, Alexis Díaz Pimienta, Daniel Herrera, Felipe Cussen, jóvenes prodigiosos como Rosa Berbel, Paloma Chen, Bernard Engel y Angelo Nestore… la lista es mareante. He sido muy, muy afortunada.
La poesía fue espacio, es temblor y será siembra
—Despierta, estoy yo aquí <soy un poema>
De los “Adagios” de Alejandra Dieste en la antología Laberinto (Asociación Cultural Clave 53, 2025)
Comentarios a fotos @mamenpuertasv y compartiendo camerino con @laurafloresgimeno